Los cambios hormonales son un mecanismo fundamental durante el embarazo aunque tienen su impacto en la piel, dando lugar a la aparición de manchas. En concreto, el aumento de estrógenos y progesterona se relaciona con la mayor síntesis de melanina, lo que puede hacer que la piel se oscurezca. “Determinadas hormonas favorecen los cambios de pigmentación en zonas específicas como las areolas mamarias, la línea alba o línea central del abdomen y en algunas partes del rostro como la frente, las mejillas, o el labio superior (en forma de cruz de Caravaca), conocido como paño del embarazo, melasma o cloasma”.
¿Melasma o cloasma? el primero se produce en el cuerpo mientras que el segundo aparece en la cara. “El cloasma son manchas oscuras de color amarronado, más frecuentes en las mejillas, la nariz, la parte superior del labio y el cuello”, especifica Cabrillo.
Para su prevención se recomienda el uso de cremas solares adecuadas a cada tipo de piel y advierte que no conviene el uso de cosméticos despigmentantes.
El hecho de una mujer esté embarazada no significa que debe evitar la exposición solar pero siempre protegiendo la piel ya sea invierno o verano. “La piel durante el embarazo se sensibiliza frente a los efectos de la radiación solar por lo que se debe reducir el tiempo de exposición al sol así como utilizar, tanto en invierno como en verano, un factor de protección alto que ayude a evitar quemaduras, reacciones cutáneas adversas y, por supuesto, la aparición de manchas”. Aunque estos cambios de pigmentación no suponen ningún peligro para la madre ni el feto, algunas medidas prácticas para su prevención en cualquier época de año son:
- Utilizar una crema solar con un factor de protección superior a 50 y cuya composición sea apta para embarazadas.
- Aplicarla una hora antes de la exposición al sol y repetir la aplicación al menos cada dos horas.
- Evitar las horas centrales del día, entre las 11:00 y las 16:00, cuando el sol es más fuerte.
- Tomar el sol en periodos de 20 minutos y evitar el sobrecalentamiento.
- Utiliza gafas de sol y sombrero en los periodos de más calor.
- En verano, evitar estar tumbada mucho tiempo dando pequeños paseos.
Por otra parte, La Moraleja advierten de otras complicaciones como el aumento de la temperatura corporal durante la gestación por lo que desaconsejan la exposición solar prolongada. ¿Hay entonces riesgos de sufrir déficit de vitamina D en el embarazo? “Para nuestra tranquilidad, con estar al sol unos diez o quince minutos antes de las 11:00 de la mañana -sin fotoprotección- se sintetiza la cantidad suficiente de vitamina D que se necesita en condiciones habituales, también se puede aumentar el consumo de pescados azules”, recomienda Villegas.
Esta experta indica que después del embarazo y la lactancia, en la mayoría de los casos, el melasma y el cloasma suelen desaparecer de forma espontánea. “Si no es así, existen diferentes tratamientos que nuestro dermatólogo adaptará de forma individualizada para resolver el problema”, estima.